jueves, 5 de febrero de 2009

Fernando Pessoa: Poeta portugués(1888-1935)


Nació en una casa de la plaza de San Carlos de Lisboa. Su padre era funcionario de la Secretaría de Estado y redactor del Diário de Lisboa. Su madre, descendiente de una ilustre familia de las Azores, era una mujer de cultura extraordinaria para su época, que hablaba francés, inglés y alemán, leía latín, y escribía versos. Pessoa pasó su infancia y juventud en Africa del sur, donde cursó sus estudios en Durban y en El Cabo. Recibió una educación exclusivamente inglesa, fue un excelente escolar y ganó varios premios de redacción en francés y en inglés. No dejó ni una muestra de nostalgia ni recuerdos escritos de su época en la ciudad portuaria de Durban. En inglés escribió su Diario y algunos de sus poemas y ensayos más notables.

En 1905 regresó a Portugal. Solitario, retraído, forjó su obra lentamente, al mismo tiempo que trabajaba como traductor comercial en inglés y francés. En 1907 abandonó los estudios y montó una pequeña imprenta que resultó un fracaso como negocio. Inició su obra poética en portugués en 1912, con algunos poemas publicados en la revista A Aguia. Esta revista había sido fundada en 1910 por Teixeira de Pascoaes (1877-1952), fundador del saudosismo, como órgano de expresión de esta corriente. En ella sus patrocinadores interpretaban místicamente la historia de Portugal y en ella hizo Pessoa sus primeras críticas. En 1913 publicó en inglés 35 sonetos. Abandonó pronto el grupo de Pascoaes, para ser, con Mário de Sá-Carneiro, uno de los introductores en Portugal de los movimientos de vanguardia. Según Joao Gaspar Simões en la poesía Pauis (Pantanos), escrita en marzo de 1913, Pessoa logra en parte darle la forma por la que él mismo abogaba en su tercer artículo de A Aguia. Los poetas que más tarde se agruparon en torno a la revista Orpheu vieron en Pantanos la descripción de lo que sería su credo estético.


ALGUNOS DE SUS POEMAS:

Mar Portugués

¡Oh mar salada, cuánta de tu sal
son lágrimas de Portugal!
¡Por cruzarte, cuántas madres lloraron,
cuántos hijos en vano rezaron!
¡Cuántas novias quedaron por casar
para que fueses nuestra, oh mar!

¿Valió la pena? Todo vale la pena
si el alma no es pequeña
Quien quiere pasar allende el Bojador
tiene que pasar allende el dolor.
Dios al mar el peligro y el abismo dio,
mas fue en él donde el cielo se miró.



El Infante

Dios quiere, el hombre sueña, la obra nace.
Dios quiso que la tierra fuese toda una,
que el mar uniese, ya no separase.
Consagróte, y fuiste desvelando la espuma,

y la orla blanca fue de isla en continente,
clareó, corriendo, hasta el fin del mundo,
y vióse la tierra entera, de repente,
surgir, redonda, del azul profundo.

Quien te consagró te creó portugués.
Del mar y de nosotros en ti nos dio señal.
Cumplióse el Mar, y el Imperio se deshizo.
¿Señor, falta por cumplirse Portugal!




D.Sebastián, Rey de Portugal

Loco, sí, loco, porque quise grandeza
Cual la suerte no la da.
No cupo en mí certeza;
Por eso donde el arenal está
Quedó mi ser, el que hubo, no el que hay.

Mi locura, que otros me la tomen
Con lo que en ella iba.
¿Sin locura qué es el hombre
más que la bestia sana,
cadáver aplazado que procrea?




D.Fernando. Infante de Portugal

Dióme Dios su acero, para que yo haga
su santa guerra.
Consagróme suyo en honor y en desgracia,
en las horas en que un frío viento pasa
por encima de la fría tierra.

Púsome las manos en los hombros y doróme
la frente con la mirada;
y esta fiebre del Más Allá, que me consume,
y este querer grandeza con su nombre
dentro de mí vibrando.

Y yo voy, y la luz del acero erguido relumbra
en mi faz calma.
Lleno de Dios, no temo lo que vendrá,
pues, venga lo que viniere, nunca será
mayor que mi alma.

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